Los días felices II
La simplicidad de días ordinarios, la sencillez que nos da la felicidad
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Esta carta es uno de esos escritos que encuentro en mi documento de Google Drive, como te contaba en este escrito anterior, y que guardo “para más adelante” hasta que como hoy, les llega su turno.
Un viernes random de septiembre en mi último viaje a Portugal
Me levanto temprano. Caliento el agua en la kettle, mientras me lavo los dientes y luego bebo mi vaso con agua tibia.
Practico yoga por una hora seguido de una meditación y mi tiempo de escritura. Dos horas para mí, para regresar al cuerpo, a mi sentir, conectar con la calma y paz interna que existe en mí, observar cómo estoy y cómo me siento, qué necesito… Agradezco, traigo a mí las afirmaciones diarias, me enfoco en mi día, en cómo quiero sentirlo y experimentarlo.
Me ducho y me hidrato. No hay día que no haya también ésta hidratación externa en la rutina de mis rituales de belleza.
Sigo con el desayuno, mi comida favorita del día. Trato de desayunar lo más tarde posible para hacer ayuno intermitente. Me tomo los suplementos que en estos momentos necesita mi cuerpo, desayuno sentada en la mesa tranquilamente, a veces leyendo algunas newsletters que me nutren siempre, quizá ya emails de trabajo, escuchando algún podcast o simplemente con música de fondo. Si estoy acompañada, practicando la presencia plena con el otro.
Mi día laboral empieza oficialmente…
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