La importancia de la amistad
Tu red, tu salvavidas, tu paracaídas. Ellas, esas personas que están siempre.
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Fotografía de Kinfolk Magazine
Tengo suerte.
Sí, la tengo.
Tengo unas amigas de 10.
Y me refiero a las amigas, AMIGAS. Las de verdad.
Porque también conozco a varios miles de personas. Y no exagero ni comparto esto desde el ego. Siempre me he considerado tímida y más bien, algo retraída. Con los años me he dado cuenta de que tan tímida no seré visto lo visto en cuánto a mis vínculos, relaciones, personas a las que conozco, ambientes en los que he trabajado y trabajo a día de hoy y mi manera de moverme y relacionarme, mi apertura a exponerme…
También la vida quiso retarme y me plantó en el mundo de la comunicación, en una agencia para ser exactos y haciendo, entre otras, trabajo como PR (o relaciones públicas). Curioso… O no tanto. Los juegos de la Vida, del de ahí arriba, del Universo, de quién gobierna todo esto y nos pone enfrente lo que necesitamos trabajar.
Me vino de perlas, sin duda.
Pero a lo de “tímida”, lo dejaremos en que soy sensible (altamente) y eso a veces me lleva a retraerme o a moverme a mi manera. No acudir a ciertos eventos, lugares, no vincularme si no me siento cómoda. A ser yo misma, vaya. Eso de lo que siempre os hablo, la Autenticidad.
Mi madre (y M. también me lo decía mucho) sigue diciéndome cuando salimos juntas a algún sitio: “a ver a quién te encuentras hoy”.
No falla, siempre nos cruzamos con alguien a quién conozco.
Incluso en Lisboa, incluso al poco de llegar a Mallorca, no sólo en mi ciudad, Barcelona.
Pero volvamos al tema de hoy, que me voy por las ramas…
Soy muy afortunada, tengo una suerte infinita con ellas.
También he de decir que me lo he ganado. Cuido a mis personas. Esto es así.
Y he aprendido mucho también a soltar porque no tod@s merecen estar en los lugares en los que les colocas y según el tiempo va pasando, voy siendo cada vez más capaz de soltar antes, apegarme menos y a gestionar lo que doy de mí o no desde el principio. Y a poner a cada cuál en su lugar. Sobre todo por mi propio bienestar.
Porque a veces una da, da, da, cultiva, siembra... y solo oye eco al otro lado. Nadie. Vacío. Silencio. Si tú no dices nada, no hay nada desde el otro lado y para mí, personalmente, esto no es así, lo siento.
La amistad va de presencia, de estar.
Cada uno como sepa y pueda pero hemos de estar.
Y ellas, mis amigas (y algún amigo), son de 10.
Me manda mensajes Marta hablándome de la exfoliación y los aceites que acaba de ponerse. Hablamos del mejor día para cortarnos el pelo en función de la luna y tanteamos vernos mañana para comer aprovechando que me cruzo la isla para ir a verme con Jessica por unas horas y ya que estoy en Sineu, ¿por qué no parar en Binissalem?
El domingo hablé dos horas por teléfono con Estelle. Nos conocemos desde que tengo 22 años, diría. Hablamos de lo que nos sigue costando, de sexo, de terapia y de todo lo que nos queda por sanar, de un posible viaje juntas en verano, de mi cumpleaños. Nos reímos.
Sandra me manda los videos de reels que va a subir a su cuenta de Instagram y nos reíamos con todo en lo que estamos inmersas desde hace meses. A veces una ríe por no llorar o llora y ríe y así soltamos mejor.
Con Mireia que está en Bali, nos ponemos al día a diario y creo que nuestras conversaciones dan sin duda para una serie de Netflix (o una saga entera).
Y son de 10 en lo personal y en lo profesional porque esa es otra. Tengo la suerte de poder contar con ellas también en lo profesional. Emprendedoras, con negocios propios, con sus baches y sus altos y bajos también en este ámbito pero dispuestas a compartirlo todo, a acompañarnos y a seguir creciendo juntas. Son fuertes, inspiradoras y nos recordamos a diario quiénes somos, todo aquello de lo que somos capaces. Somos nuestras mejores cheerleaders (porque también necesitamos esto, alguien que nos de push cuando estamos de bajón o no vemos el camino claro).
En el maravilloso mes de abril, que quién más quién menos pasó momentos duros en cualquiera que fuera la esfera de la vida que le tocara, yo tuve unos días de profunda crisis, bajón y malestar y, ¿quién estaba ahí? ELLAS. Ellas estaban ahí.
“¿Cómo vas Anna, cómo te sientes?”
“Anna, vente a comer”
“Anna, te llamo en 10 min y hablamos”
Tengo suerte. Una suerte infinita y agradezco a diario tenerlas, a todas, a todos.
Gracias AMORES.
Y también a quiénes me leéis, comentáis y compartís. Ayuda, se os siente y da mayor sentido a este espacio. Seguid leyendo, comentando y compartiendo. De verdad. Gracias,
Un abrazo fuerte,
Anna
PD: y hablando de suerte… Otras personas que se cruzan en mi vida y me inspiran con sus propuestas y me invitan a aprender de ellas:
Marta de Wa Mallorca a quién conocí hace unas semanas en su precioso espacio de Palma, un lugar armónico, bello, basado en la filosofía slow living. Marta se dedica a la nutrición y al estilo de vida, algo que me apasiona, algo que está intrínsecamente ligado a mí, a la persona que soy. Y me habló de su curso “Aprendiendo a comer” algo en lo que yo he trabajado mucho a nivel personal por mi propio histórico y del que os hablaré más en breve (sobre todo a raíz de la publicación de mi próximo libro que tiene que ver con esto, saldrá este verano, os iré informando) pero me pareció tan interesante este curso, tan necesario, sobre todo para algunas de nosotras en determinados momentos de nuestra vida… que decidí unirme para aprender más, sobre todo no a comer mejor sino a compartir eso que aprenda, a seguir divulgando, apoyando a quién lo necesite y repito, y más, por mi libro número II que sé que será algo grande e importante para mí y para aquellas a quiénes os resuene.
Si queréis uniros a Marta (y a mí, porqué ahí estaré), os dejo aquí los detalles, es presencial en Palma de Mallorca a partir del día 5 de junio. Y para las que os unáis “de mi parte”, Marta os ofrece un 10% de descuento en el precio y si venís dos personas, un 30% por pareja (detalles a comentar con Marta directamente), podéis escribirle a través de su Instagram.
Notas finales sobre la amistad.
Abrir el corazón. Creo que es importante abrir el corazón. Hay que estar dispuesta a abrirse, a mostrarse ante la otra persona, compartirse, darse, y al hacerlo, muestras al otro que también es seguro hacerlo.
Presencia. Hay que estar. Y esto no tiene que ver con frecuencias o modos. Cada uno está del modo que está. A veces vives lejos de esas personas y el único modo de conexión son los audios de voz. A veces estás cerca pero no hay demasiado tiempo y te ves una vez al mes o sabes que cuando necesitas a esa persona puedes llamarla y sientes su presencia aunque no haya mensajes o palabras de por medio pero la energía, la sientes.
Podría añadir más notas pero vendrán en artículos futuros que ya tengo en borradores porque el tema de la amistad, da mucho de sí y es un tema que me fascina.
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